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Estudiantes fue menos que un equipo de fútbol y cayó con Vélez por 2-0
En el partido que dio inicio a la decimosegunda fecha del torneo Clausura 2012, Estudiantes cayó como local en el estadio Ciudad de La Plata ante Vélez Sarfield por 2-0, con goles de Insúa y Juan Manuel Martínez. El conjunto albirrojo fue un mar muerto de fútbol y sumó solo un punto de los últimos quince en juego.
Perdón Ruso es el título de esta crónica. Políticamente incorrecta desde el vamos, se la nombra así porque fue el sentimiento conjunto de todos los que se arrimaron al estadio, haciéndole frente al frio y al incómodo horario en una jornada laboral. Un público que si bien no tapó todos los huecos de la tribuna, se acercó en buen número. Y se emocionó, al punto de romperse las manos, con el recuerdo del Ruso Prátola a diez años de su fallecimiento. Pero Estudiantes, el equipo de fútbol que entra a la cancha, no estuvo a la altura de las expectativas ni de las emociones. La ilusión despilfarrada del torneo se desvaneció finalmente con un desfile de 11 jugadores que se limitaron a ver el número de la espalda de los jugadores de Vélez.
Estudiantes arrancó mejor, con un juego asociado inédito en las últimas presentaciones del conjunto de Azconzábal, más aun con la ausencia de su principal estandarte de primer toque. Con Fernández asociado por izquierda con un incisivo Jara, Estudiantes conjugó jugadas con mucho pase y posesión segura de la pelota ante de uno de sus rivales directos en la lucha por el título de equipo grande. Vélez, acostumbrado a dominar a gusto a sus rivales, no encontró la vuelta a la ofensiva pincharrata y sufrió los primeros 20 minutos, donde Estudiantes pudo ser el primero en abrir el marcador con un disparo desde afuera de Gastón Fernández que controló Barovero y otro de Jara que el ex Huracán despejó hacía fuera del área.
El dominio de Estudiantes, entonces, puede enmarcarse en un antes y un después. Y ese después de lo marca un error de Desábato, quien regaló la pelota como último hombre y no tuvo más alternativa que derribar a Obolo cuando se aproximaba al arco de Andújar. De allí en más, el Pincha decreció a pasos acelerados en la producción de su juego y no existió mejor prueba de esto que el primer gol de Vélez, tres minutos más tarde. Un jugador del Fortín asistió desde el suelo para que Obolo entrase por izquierda al área y enviase un centro al segundo palo que encontró el pecho de Federico Insúa, quien definió cruzado ante la impotencia de la defensa albirroja.
No hubo sorpresa, ya que la lógica del presente indicaba la diferencia entre los dirigidos por Gareca y los dirigidos por Azconzábal. Por eso el segundo gol de Vélez era un hecho posible de consumarse y se terminó concretando en forma insólita: Tras una gran jugada de Martínez, Estudiantes cedió un córner que Insúa ejecutó mal pero que el mismo Burrito se encargó de corregir con un cabezazo bajo anticipándose al primer palo.
Vélez entonces monopolizó la tenencia de la pelota y hasta pudo aumentar con un remate de Insúa que pegó en el travesaño y tras picar con agonía en la línea, fue despejado por la defensa albirroja, conjunto que además sufrió la baja de Gastón Fernández que ya no saldría a disputar la segunda etapa.
El ingreso de Duván Zapata por el mencionado Fernández le aportó algo de incertidumbre a la defensa velezana, que tardó en controlar los pivotes del moreno delantero. Aun así, Estudiantes no hilvanó jugadas que sean dignas de mencionarse incluso cuando su rival le cedió la pelota y dejó que el conjunto platense haga el desgaste, pensando en el partido que disputará el martes por Copa Libertadores.
El León nunca encontró la forma y por momentos, no pareció muy preocupado en encontrarla, lo que generó el disgusto de algunos hinchas que arremetieron con Azconzábal, que vio todo el segundo tiempo sentado en el banco y sin dar indicaciones. La aparente falta de compromiso de algunos miembros del plantel, sumado al pobre desempeño mostrado en la cancha, fue refrendado con silbidos por buena parte del público. Es que, a diez años del fallecimiento de un hombre que jugó un clásico con seis kilos menos, la deslucida ofrenda es poco menos que dolorosa.
En el partido que dio inicio a la decimosegunda fecha del torneo Clausura 2012, Estudiantes cayó como local en el estadio Ciudad de La Plata ante Vélez Sarfield por 2-0, con goles de Insúa y Juan Manuel Martínez. El conjunto albirrojo fue un mar muerto de fútbol y sumó solo un punto de los últimos quince en juego.
Perdón Ruso es el título de esta crónica. Políticamente incorrecta desde el vamos, se la nombra así porque fue el sentimiento conjunto de todos los que se arrimaron al estadio, haciéndole frente al frio y al incómodo horario en una jornada laboral. Un público que si bien no tapó todos los huecos de la tribuna, se acercó en buen número. Y se emocionó, al punto de romperse las manos, con el recuerdo del Ruso Prátola a diez años de su fallecimiento. Pero Estudiantes, el equipo de fútbol que entra a la cancha, no estuvo a la altura de las expectativas ni de las emociones. La ilusión despilfarrada del torneo se desvaneció finalmente con un desfile de 11 jugadores que se limitaron a ver el número de la espalda de los jugadores de Vélez.
Estudiantes arrancó mejor, con un juego asociado inédito en las últimas presentaciones del conjunto de Azconzábal, más aun con la ausencia de su principal estandarte de primer toque. Con Fernández asociado por izquierda con un incisivo Jara, Estudiantes conjugó jugadas con mucho pase y posesión segura de la pelota ante de uno de sus rivales directos en la lucha por el título de equipo grande. Vélez, acostumbrado a dominar a gusto a sus rivales, no encontró la vuelta a la ofensiva pincharrata y sufrió los primeros 20 minutos, donde Estudiantes pudo ser el primero en abrir el marcador con un disparo desde afuera de Gastón Fernández que controló Barovero y otro de Jara que el ex Huracán despejó hacía fuera del área.
El dominio de Estudiantes, entonces, puede enmarcarse en un antes y un después. Y ese después de lo marca un error de Desábato, quien regaló la pelota como último hombre y no tuvo más alternativa que derribar a Obolo cuando se aproximaba al arco de Andújar. De allí en más, el Pincha decreció a pasos acelerados en la producción de su juego y no existió mejor prueba de esto que el primer gol de Vélez, tres minutos más tarde. Un jugador del Fortín asistió desde el suelo para que Obolo entrase por izquierda al área y enviase un centro al segundo palo que encontró el pecho de Federico Insúa, quien definió cruzado ante la impotencia de la defensa albirroja.
No hubo sorpresa, ya que la lógica del presente indicaba la diferencia entre los dirigidos por Gareca y los dirigidos por Azconzábal. Por eso el segundo gol de Vélez era un hecho posible de consumarse y se terminó concretando en forma insólita: Tras una gran jugada de Martínez, Estudiantes cedió un córner que Insúa ejecutó mal pero que el mismo Burrito se encargó de corregir con un cabezazo bajo anticipándose al primer palo.
Vélez entonces monopolizó la tenencia de la pelota y hasta pudo aumentar con un remate de Insúa que pegó en el travesaño y tras picar con agonía en la línea, fue despejado por la defensa albirroja, conjunto que además sufrió la baja de Gastón Fernández que ya no saldría a disputar la segunda etapa.
El ingreso de Duván Zapata por el mencionado Fernández le aportó algo de incertidumbre a la defensa velezana, que tardó en controlar los pivotes del moreno delantero. Aun así, Estudiantes no hilvanó jugadas que sean dignas de mencionarse incluso cuando su rival le cedió la pelota y dejó que el conjunto platense haga el desgaste, pensando en el partido que disputará el martes por Copa Libertadores.
El León nunca encontró la forma y por momentos, no pareció muy preocupado en encontrarla, lo que generó el disgusto de algunos hinchas que arremetieron con Azconzábal, que vio todo el segundo tiempo sentado en el banco y sin dar indicaciones. La aparente falta de compromiso de algunos miembros del plantel, sumado al pobre desempeño mostrado en la cancha, fue refrendado con silbidos por buena parte del público. Es que, a diez años del fallecimiento de un hombre que jugó un clásico con seis kilos menos, la deslucida ofrenda es poco menos que dolorosa.