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En el marco de la decima fecha del torneo Clausura, un Estudiantes que continua disminuyendo su vuelo futbolístico empató agónicamente 2-2 con Colón de Santa Fe en el estadio Ciudad de La Plata. Gastón Fernández había puesto en ventaja al conjunto de Azconzábal, que luego vio como su rival dio vuelta al marcador con goles de Moreno y Fabianesi en primera instancia y Alcoba minutos después. Boselli, cuando el partido se moría, puso cifras definitivas a un resultado que continua alejando al Pincha de la punta de la que supo ser dueño.
Tercer partido consecutivo sin conocer la victoria. Segundo consecutivo que su rival tuerce el resultado a su favor y sobrepasa a un Estudiantes que no puede mantener su ventaja. El partido en donde Pinchas y Sabaleros se midieron sirvió para que mucha gente salte ya a la vereda opuesta de Juan Manuel Azconzábal y su visión futbolística, o su falta de. Lo cierto es que tanto el cuerpo técnico como los jugadores abandonaron el Único con la inequívoca sensación de que su imagen fue más que pálida y torcer este rumbo de sombras de futbolistas será más difícil si la actitud no se rectifica.
Porque el partido ante Colón enfrentó a Estudiantes a un escenario nuevo. Ya sea por ineficacia propia o planteo del rival, el conjunto de Azconzábal se encontró por primera vez con un adversario dispuesto a llevarse el control de la pelota. Ante este nuevo panorama, posiblemente inesperado para la estrategia vasca, el Pincha se desequilibró en todas sus líneas que no tuvieron orden ni presión. El conjunto santafesino tomó nota de la inexpresión albirroja, y luego de algunos tibios avances donde había pateado alto y lejos del arco defendido por Andújar, comenzó a hilvanar jugadas de peligro con la herramienta fundamental de la paciencia que tan bien le supo suministrar Iván Moreno y Fabianesi.
Así con toques poco osados pero seguros, Colón trasladó la pelota con tanta soberbia en el campo contrario, que la ventaja visitante parecía destino inevitable. Estudiantes, por su parte, no podía contra su nueva costumbre de no jugar al fútbol, y la posesión albirroja no superaba el medio minuto. Aun así, en los pies de Boselli, con detalles de papi fútbol, y algunas intentonas de Enzo Pérez, Estudiantes consiguió generar aproximaciones, no de un peligro absoluto pero sí que invitaban a creer que de subir la regularidad de su fútbol asociado se podría llegar a un buen puerto, con Benítez disparando alto primero y Fernández no llegando a un centro bajo después. Tendría dos más la Gata, que en la primera habilitación que recibió de Pérez intentó definir por sobre el cuerpo de Pozo, pero resultó empresa difícil.
Colón, que había tenido chances serias en los pies de Graciani y que se había encontrado con Andújar primero y la sombra del palo derecho después, concluyó en creer que Estudiantes no podría marcar jugando de esa forma. Bastía, de poco recordado pero exitoso paso por el Pincha dirigido por Merlo y Burruchaga, cabeceó atrás a fin de asegurar la pelota con Diego Pozo, mas para pesar del Polaco, la Gata se hizo con el regalo y esta vez su vaselina fue efectiva, para desatar el delirio de una parcialidad albirroja que sabia que la victoria no era merecida.
Para la visita, lo cortés no quitó lo valiente y Colón dijo pardas a la primera de cambio en el segundo tiempo.
La formula fue la misma que le había dado esperanzas en el primer tiempo, con paciencia y toques cortos y seguros. Estudiantes, por su parte, se limitó a morder la impotencia y ver como la pelota pasaba de un jugador Sabalero a otro sin poder alcanzarla.
Fue así como el equipo de Sensini alcanzó el empate. Mercado se equivocó y Caire logró desbordar por izquierda y tras internarse en el área, envío un centro atrás que Moreno y Fabianesi transformó gol sin gritarlo, en respeto con una institución en la que no consiguió títulos, ni se fue de buena forma, pero donde había obtenido la gracia de la gente.
Siete minutos más tarde, la visita lograría la ventaja por intermedio del uruguayo Alcoba, tras un córner que Estudiantes no supo despejar. Una serie de rebotes en el área chica invitó a Colón a conseguir la parcial victoria.
De ahí en más, el Pincha fue una lágrima. Solo Andújar primero, ante un tiro de Higuaín y Cellay después, bloqueando a Chevantón, evitaron que la visite aumente su ventaja, porque el resto de la defensa fue blanda la mayor parte del partido. Quedará para un análisis psicológico de otros autores señalar si los cambios que realizó Azconzábal (de manual, sacó a Iberbia y sumó al Rayo Fernández a la punta derecha, más tarde cambiaría a un Benítez en levantada para el ingreso de Carrillo) fueron conclusiones de sus convicciones futbolísticas o solo un recuerdo de las criticas recibidas en los últimos partidos por la poca audacia de sus modificaciones.
Estudiantes, a partir de la cantidad de hombres en ataque, y exponiéndose en defensa, pudo desnivelar con pelota pero sin ideas la potestad por la posesión. Mauro Fernández, así, combino con su tocayo Gastón en oportunidades de peligro, pero Pozo primero y el costado de la red después evitaron que el Pincha consiga el empate.
Finalmente, cuando la gente comenzaba a desatar su enojo con el cuerpo técnico y la dirigencia de turno, Enzo Pérez frotó la lámpara y cruzó un centro que encontró a Boselli, cada vez más parecido al que supo ser, solo para cabecear el empate. Desahogo albirrojo en el Único, que supo celebrar un punto que sabia no fue merecido.
Porque este Estudiantes que supo mirar a todos desde arriba, y que soñaba con retirar a Verón en la gloria, ahora se quedó varado al conseguir solo un punto de los últimos nueve. Punto panorámico que le sirve para observar detenidamente en donde está parado y la traducción sentencia que la punta queda cada vez más lejos.
Tercer partido consecutivo sin conocer la victoria. Segundo consecutivo que su rival tuerce el resultado a su favor y sobrepasa a un Estudiantes que no puede mantener su ventaja. El partido en donde Pinchas y Sabaleros se midieron sirvió para que mucha gente salte ya a la vereda opuesta de Juan Manuel Azconzábal y su visión futbolística, o su falta de. Lo cierto es que tanto el cuerpo técnico como los jugadores abandonaron el Único con la inequívoca sensación de que su imagen fue más que pálida y torcer este rumbo de sombras de futbolistas será más difícil si la actitud no se rectifica.
Porque el partido ante Colón enfrentó a Estudiantes a un escenario nuevo. Ya sea por ineficacia propia o planteo del rival, el conjunto de Azconzábal se encontró por primera vez con un adversario dispuesto a llevarse el control de la pelota. Ante este nuevo panorama, posiblemente inesperado para la estrategia vasca, el Pincha se desequilibró en todas sus líneas que no tuvieron orden ni presión. El conjunto santafesino tomó nota de la inexpresión albirroja, y luego de algunos tibios avances donde había pateado alto y lejos del arco defendido por Andújar, comenzó a hilvanar jugadas de peligro con la herramienta fundamental de la paciencia que tan bien le supo suministrar Iván Moreno y Fabianesi.
Así con toques poco osados pero seguros, Colón trasladó la pelota con tanta soberbia en el campo contrario, que la ventaja visitante parecía destino inevitable. Estudiantes, por su parte, no podía contra su nueva costumbre de no jugar al fútbol, y la posesión albirroja no superaba el medio minuto. Aun así, en los pies de Boselli, con detalles de papi fútbol, y algunas intentonas de Enzo Pérez, Estudiantes consiguió generar aproximaciones, no de un peligro absoluto pero sí que invitaban a creer que de subir la regularidad de su fútbol asociado se podría llegar a un buen puerto, con Benítez disparando alto primero y Fernández no llegando a un centro bajo después. Tendría dos más la Gata, que en la primera habilitación que recibió de Pérez intentó definir por sobre el cuerpo de Pozo, pero resultó empresa difícil.
Colón, que había tenido chances serias en los pies de Graciani y que se había encontrado con Andújar primero y la sombra del palo derecho después, concluyó en creer que Estudiantes no podría marcar jugando de esa forma. Bastía, de poco recordado pero exitoso paso por el Pincha dirigido por Merlo y Burruchaga, cabeceó atrás a fin de asegurar la pelota con Diego Pozo, mas para pesar del Polaco, la Gata se hizo con el regalo y esta vez su vaselina fue efectiva, para desatar el delirio de una parcialidad albirroja que sabia que la victoria no era merecida.
Para la visita, lo cortés no quitó lo valiente y Colón dijo pardas a la primera de cambio en el segundo tiempo.
La formula fue la misma que le había dado esperanzas en el primer tiempo, con paciencia y toques cortos y seguros. Estudiantes, por su parte, se limitó a morder la impotencia y ver como la pelota pasaba de un jugador Sabalero a otro sin poder alcanzarla.
Fue así como el equipo de Sensini alcanzó el empate. Mercado se equivocó y Caire logró desbordar por izquierda y tras internarse en el área, envío un centro atrás que Moreno y Fabianesi transformó gol sin gritarlo, en respeto con una institución en la que no consiguió títulos, ni se fue de buena forma, pero donde había obtenido la gracia de la gente.
Siete minutos más tarde, la visita lograría la ventaja por intermedio del uruguayo Alcoba, tras un córner que Estudiantes no supo despejar. Una serie de rebotes en el área chica invitó a Colón a conseguir la parcial victoria.
De ahí en más, el Pincha fue una lágrima. Solo Andújar primero, ante un tiro de Higuaín y Cellay después, bloqueando a Chevantón, evitaron que la visite aumente su ventaja, porque el resto de la defensa fue blanda la mayor parte del partido. Quedará para un análisis psicológico de otros autores señalar si los cambios que realizó Azconzábal (de manual, sacó a Iberbia y sumó al Rayo Fernández a la punta derecha, más tarde cambiaría a un Benítez en levantada para el ingreso de Carrillo) fueron conclusiones de sus convicciones futbolísticas o solo un recuerdo de las criticas recibidas en los últimos partidos por la poca audacia de sus modificaciones.
Estudiantes, a partir de la cantidad de hombres en ataque, y exponiéndose en defensa, pudo desnivelar con pelota pero sin ideas la potestad por la posesión. Mauro Fernández, así, combino con su tocayo Gastón en oportunidades de peligro, pero Pozo primero y el costado de la red después evitaron que el Pincha consiga el empate.
Finalmente, cuando la gente comenzaba a desatar su enojo con el cuerpo técnico y la dirigencia de turno, Enzo Pérez frotó la lámpara y cruzó un centro que encontró a Boselli, cada vez más parecido al que supo ser, solo para cabecear el empate. Desahogo albirrojo en el Único, que supo celebrar un punto que sabia no fue merecido.
Porque este Estudiantes que supo mirar a todos desde arriba, y que soñaba con retirar a Verón en la gloria, ahora se quedó varado al conseguir solo un punto de los últimos nueve. Punto panorámico que le sirve para observar detenidamente en donde está parado y la traducción sentencia que la punta queda cada vez más lejos.
Última edición por leotimossi el Sáb Abr 14, 2012 1:35 pm, editado 5 veces